Agricultura regenerativa

Regenerar el suelo para revitalizar el planeta

El suelo es el punto de partida para la vida y su salud es clave para el equilibrio de los ecosistemas. Factores como la erosión, la contaminación o la propia acción humana suponen desafíos cuyo impacto puede minimizarse a través de prácticas que buscan, precisamente, regenerar la tierra para garantizar un futuro respetuoso con el medioambiente.

La agricultura regenerativa propone un cambio de enfoque. Lejos de limitarse a reducir el impacto ambiental, apuesta por fomentar la fertilidad y biodiversidad a la tierra. La huerta regenerativa aboga, por tanto, por devolver la vida al suelo: “el único material mágico que convierte la muerte en vida”, como asegura Sadhguru, el filósofo indio y fundador del movimiento Salvemos el Suelo, apoyado y participado por las Naciones Unidas.  

0:00

¿Qué es la agricultura regenerativa?

Fue en la década de los 80 cuando se acuñó por primera vez el término agricultura regenerativa. Entonces, agricultores y científicos empezaban a estudiar los efectos del uso de químicos y pesticidas sobre la salud del suelo y, en consecuencia, también en las personas. Esa toma de conciencia fue clave para impulsar nuevas prácticas agrícolas, técnicas más respetuosas con la naturaleza que sentaron las bases de lo que es hoy el siguiente nivel de la agricultura ecológica. 

El cultivo regenerativo tiene como objetivo principal restaurar la salud de los suelos al tiempo que aumenta la biodiversidad y se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, generando sistemas agrícolas más resilientes ante los retos ambientales presentes y futuros. A diferencia de la agricultura convencional, que tiende a explotar los recursos naturales, este planteamiento demuestra que es posible regenerar y revitalizar los ecosistemas mediante la implementación de prácticas que imitan los procesos naturales.

Con este enfoque holístico, cada vez son más los ejemplos de agricultura regenerativa encaminados a ‘curar’ la tierra, haciéndola más productiva y capaz de sostener los cultivos a largo plazo tanto desde el punto de vista medioambiental, como social y económico, ya que brinda herramientas a los agricultores para mejorar la productividad sin depender tanto de insumos químicos. El resultado es un sistema agrícola que no solo alimenta a las personas, sino que también cuida la tierra.

4 principios de la agricultura regenerativa

Para que un cultivo pueda considerarse huerta regenerativa debe ser respetuoso con el medioambiente. No obstante, tampoco hay que olvidar que la actividad agrícola en cuestión ha de ser rentable. Conseguirlo depende, en buena medida, de atender los cuatro pilares que sustentan el éxito de la agricultura regenerativa y que pueden resumirse en los siguientes: 

  1. Mejorar la salud del suelo.
    El suelo es la base de toda producción agrícola. Las prácticas implementadas en los cultivos regenerativos, como el uso de abonos verdes -esto es, plantas cultivadas para mejorar el suelo que, posteriormente se incorporan al mismo aportando nutrientes, mejorando su estructura y fomentando la biodiversidad-, el compostaje o la rotación de las plantaciones, buscan aumentar su fertilidad, promover la vida microbiana y mejorar su capacidad para retener agua y nutrientes. Y no solo eso. Este tipo de agricultura contribuye a reducir la erosión del terreno y aboga por la valorización de los cultivos locales.
  2. Cuidar y aumentar la biodiversidad.
    A diferencia de los monocultivos, que tienden a empobrecer el suelo y pueden tener efectos negativos sobre los hábitats naturales, la agricultura regenerativa fomenta la diversidad de cultivos y la integración de la ganadería en el mismo sistema agrícola. Estas prácticas permiten mejorar la fertilidad del terreno al tiempo que propician el control natural de posibles plagas y el equilibrio de los ecosistemas.  
  3. Uso mínimo de insumos externos.
    Una de las señas de identidad de la agricultura regenerativa tiene que ver con la combinación de tradición y modernidad. Desde este punto de vista, las huertas regenerativas reducen al máximo la dependencia de productos químicos, como fertilizantes y pesticidas, en favor de soluciones naturales. Dada su apuesta por revitalizar los suelos y promover la biodiversidad, los cultivos regenerativos se vuelven más autosuficientes, disminuyendo la necesidad de este tipo de suministros que, en la práctica, tienen un mayor coste económico y medioambiental. 
  4. Captura de carbono y reducción de emisiones de CO2.
    La capacidad para aumentar el nivel de carbono orgánico en el suelo forma parte de los principales beneficios del cultivo regenerativo. A través de prácticas como la siembra directa y la agroforestería, los agricultores pueden capturar CO2 atmosférico y almacenarlo en los suelos, contribuyendo así a reducir la huella ecológica de la actividad. 

¿Qué técnicas usa la agricultura orgánica y regenerativa?

La combinación de técnicas tradicionales con las innovaciones científicas modernas está detrás del creciente interés por la agricultura regenerativa. Ese equilibrio permite trasladar este enfoque al campo con cierta facilidad haciendo que, en muchos casos, baste con volver a técnicas del pasado para garantizar la viabilidad de la actividad en el futuro. Algunas de las más empleadas son:

  • Rotación y diversificación de cultivos. Evitar el cultivo intensivo de las mismas especies es fundamental, no en vano, estas prácticas empobrecen el suelo. La rotación, sin embargo, evita el agotamiento del suelo, ya que diferentes plantas tienen distintas necesidades nutricionales y aportan diversos nutrientes al suelo mejorando así su salud y propiciando el fortalecimiento de los ecosistemas al brindar un hábitat para diferentes especies.
  • Agroforestería. Esta técnica empleada en muchos ejemplos de agricultura regenerativa consiste en la integración de árboles y arbustos dentro de los sistemas agrícolas. Estos ejemplares no solo protegen el suelo de la erosión y mejoran la retención de agua, sino que también proporcionan sombra, reduciendo la evaporación y protegiendo los cultivos de temperaturas extremas. Además, las raíces profundas de los árboles absorben nutrientes que están fuera del alcance de las raíces de los cultivos, devolviéndolos al suelo mediante la caída de hojas y ramas. 
  • Compostaje y abonos orgánicos. El compostaje y los abonos orgánicos son esenciales para devolver la fertilidad al suelo sin depender de fertilizantes sintéticos, que con frecuencia están detrás de la degradación del suelo a largo plazo. Esta práctica permite además reciclar desechos orgánicos al tiempo que se mejoran las propiedades físicas y biológicas del suelo. Por otro lado, este abono natural promueve la actividad microbiana (crucial para descomponer la materia orgánica y liberar nutrientes esenciales de manera lenta y equilibrada), además de aumentar la capacidad del suelo para retener agua reduciendo así la necesidad de riego en algunas zonas.
  • Siembra directa. También llamada labranza cero, esta práctica de la agricultura regenerativa evita remover el suelo antes de la siembra, manteniendo intacta la estructura del suelo y reduciendo la erosión. Los residuos vegetales quedan en la superficie, lo que mejora la humedad del suelo y sirve de alimento para organismos beneficiosos como lombrices y bacterias. Junto a la siembra directa, también son esenciales los cultivos de cobertura, plantados generalmente tras la cosecha de un cultivo principal con el fin de prevenir la erosión, fijar nitrógeno, suprimir malezas y mejorar la estructura del suelo ya que, entre otras cosas, al descomponerse liberan nutrientes que las próximas cosechas podrán aprovechar.

Beneficios de la agricultura regenerativa en la sociedad actual

Las ventajas de apostar por prácticas de agricultura regenerativa trascienden de la mejora de la calidad de los suelos o la protección de la biodiversidad. Su proliferación tiene un impacto positivo tanto para la vida humana como para el entorno. Los cultivos producidos en una huerta regenerativa, por ejemplo, son más ricos en nutrientes. Al estar libres de productos químicos y crecer en suelos más sanos, este tipo de alimentos ofrecen una mayor calidad nutricional y, en consecuencia, mejoran la salud alimentaria.  

La agricultura regenerativa también es clave para la revitalización de las economías rurales promoviendo sistemas de producción en los que, la reducción de la dependencia de fertilizantes o pesticidas, por ejemplo, permite reducir los costes de producción. Además, al enfocarse en la producción local y el uso de recursos propios, se crea un ciclo económico más autosuficiente y equitativo que puede impulsar otras actividades como el ecoturismo.

Repsol y la agricultura regenerativa en el campo

La protección del medioambiente, la biodiversidad y los entornos rurales está en la base de la agricultura regenerativa. No obstante, más allá de estas prácticas, existen otras fórmulas que contribuyen a la agricultura regenerativa en el campo. Proyectos como la alianza de Repsol con ASAJA -que representa a más de 200.000 agricultores y ganaderos en España- son un buen ejemplo de ello. El acuerdo de cooperación se traduce no solo en la tarea de compartir conocimiento y capacidades, sino en el impulso conjunto a iniciativas que tienen como eje central la economía circular, apostando por la reutilización de residuos agrícolas y ganaderos en combustibles renovables y por crear nuevas cadenas de valor locales que impulsen la economía y el empleo de territorios afectados por la despoblación.

La valorización y transformación de residuos que se practica con el compostaje en los cultivos regenerativos, también es protagonista de otros proyectos participados por Repsol, como la iniciativa concebida en 2022 junto a Impulsa Galicia. En este caso el objetivo es desarrollar la economía circular con un proyecto que transformará a gran escala excedentes de deyecciones ganaderas y otros residuos en biometano, fertilizantes orgánicos y CO2 neutro de origen biológico.