Central hidroeléctrica Doiras Silvón y Arbón en Asturias

Almacenamiento energético

Bombeo hidráulico: el agua como almacén de energía potencial

Este método permite almacenar grandes cantidades de energía en forma de agua represada en dos embalses situados a distinta altitud.

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El bombeo hidráulico es una tecnología contrastada, que hoy supone casi el 85% de la capacidad de almacenamiento disponible en el mundo

El bombeo hidráulico, que hoy aporta casi el 85% de la capacidad de almacenamiento eléctrico instalada en el mundo, es "una de las soluciones más viables y eficientes para el almacenamiento energético a gran escala y durante largos periodos. El bombeo proporciona una flexibilidad excepcional al sistema eléctrico en la gestión de las fluctuaciones inherentes a la generación eólica y solar para asegurar un suministro confiable y continuo", explica Carlos Gutiérrez, Gerente de Tecnología de Repsol Renovables. 

Este método permite almacenar grandes cantidades de energía en forma de agua represada en dos embalses situados a distinta altitud. En los momentos de alta demanda, se libera agua desde el depósito superior para que descienda por unas tuberías, moviendo a su paso unas turbinas que generan electricidad. Y cuando hay exceso de generación eléctrica renovable se aprovecha para bombear el agua de vuelta desde el embalse inferior al más elevado y reutilizar esa energía potencial cuando vuelva a ser necesaria. La capacidad de almacenamiento de una central de bombeo depende en gran medida del tamaño de su depósito superior, con lo que hay instalaciones que pueden almacenar energía para unas pocas horas de suministro eléctrico continuo, mientras que aquellas que disponen de embalses más grandes son capaces de retener energía suficiente para varias semanas.

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Se trata, además, de una tecnología más que probada, ya que las primeras instalaciones de bombeo se remontan a la década de 1890 en Italia y Suiza, y existen numerosas centrales por todo el mundo que llevan operando decenios, como la planta de Niederwartham, de 119,4 MW y situada en el río Silberbach (Alemania), inaugurada en 1930, y que a día de hoy sigue en funcionamiento. Esta vida útil tan larga "supone una ventaja frente a otras alternativas de almacenamiento como, por ejemplo, las baterías actuales, que tienen una duración aproximada de 15 años por la degradación que van sufriendo", continúa Gutiérrez. 

Estas instalaciones deben emplazarse en localizaciones con suficiente disponibilidad de agua y que permitan ubicar a diferente cota los dos embalses, por lo que "en aquellos sitios donde existe la posibilidad tanto de ampliar centrales de bombeo ya existentes como de hacer otras nuevas, parece bastante razonable apostar por aprovecharla". En España, uno de los proyectos de bombeo hidráulico más destacados es el de Aguayo II, en Cantabria. El objetivo es la repotenciación de una central hidroeléctrica de 360 MW (Aguayo I), en activo desde 1983, donde se instalarían de forma subterránea nuevas conducciones de agua y equipos que permitirían incrementar la capacidad de ambas centrales hasta 1.360 MW. 

“En esta ampliación no solo aprovecharemos los embalses superior e inferior, sino también gran parte de las infraestructuras existentes, con lo que se minimiza el impacto medioambiental de la obra”, explica Luis González, subdirector de este proyecto en Repsol. De esta forma, la instalación conjunta de Aguayo I y Aguayo II se convertirá en una de las mayores instalaciones de bombeo de Europa, con una capacidad para generar al año la electricidad equivalente al consumo medio de más de 500.000 hogares en España, y "en una infraestructura clave para la integración de los crecientes volúmenes de energías renovables que se esperan para 2030 en el sistema eléctrico español".