
La industria energética, un sector en transformación
Nuevos sectores industriales relacionados con la descarbonización
Propuestas para impulsar la industria
El sector industrial europeo se está transformando para poder seguir compitiendo en los mercados globales y continuar su proceso de descarbonización. Para ello necesita una regulación estable, un marco que incentive las inversiones y, sobre todo, reducir los altos costes energéticos actuales.
La transición energética y la digitalización han creado un nuevo terreno de juego que obliga a todas las industrias del mundo a reinventarse para seguir siendo competitivas. En Europa, la industria está realizando inversiones multimillonarias que necesitan encontrar un entorno regulatorio más adecuado para ser rentables y dar un nuevo impulso a un sector que en España emplea a cuatro millones de personas.
“Estamos en una profunda transformación industrial en la que las empresas, independientemente del sector, tienen que acometer importantísimas inversiones que van a transformar no solo las tecnologías que usamos, sino los productos que fabricamos”, explica Carlos Reinoso, portavoz de la Alianza por la Competitividad de la Industria Española, que engloba a nueve asociaciones sectoriales que generan el 55% del producto interior bruto (PIB) y más de la mitad de las inversiones en I+D+i. “En este contexto, en el que se entrelazan las necesidades de descarbonización y el impulso de la economía circular, vamos a vivir un periodo ilusionante en el que debemos crear un entorno capaz de atraer la confianza de los inversores y eso pasa, inevitablemente, por ser competitivos no solo en los mercados domésticos, sino también en los globales”.
La competitividad de la industria es el principal objetivo de la nueva política económica de la UE, que necesita acortar la brecha de productividad e innovación con Estados Unidos y China
La UE quiere aprovechar este proceso de transformación para impulsar la actividad industrial del continente, que lleva décadas perdiendo peso en su PIB. Desde que la nueva Comisión Europea iniciase su andadura a finales de 2024, su presidenta, Úrsula Von der Leyen, ha dejado claro que la mejora de la competitividad de la industria será el principal objetivo de la nueva política económica de la UE, que necesita acortar con urgencia la brecha de productividad e innovación con Estados Unidos y China, los dos países que lideran el desarrollo de tecnologías avanzadas en el mundo.
A finales de febrero, el Ejecutivo comunitario presentó el Pacto por una industria limpia, que pretende revitalizar la industria sin afectar a los objetivos de descarbonización de la UE. Para ello, Bruselas propone abaratar el coste de la energía, suscribir acuerdos comerciales y de colaboración con otros países para garantizar el suministro de materias primas, impulsar la economía circular y desarrollar instrumentos para fomentar las inversiones en el sector. Además, la Comisión da un primer paso hacia la simplificación administrativa reduciendo en un 80% el número de empresas europeas obligadas a presentar informes sobre la sostenibilidad de sus actividades.
La industria reclama a la Comisión Europea medidas concretas y urgentes, centradas en los problemas más acuciantes del sector, que contribuyan a mejorar su situación de forma inmediata
En general, la industria europea ha recibido el plan con un optimismo moderado. El sector reconoce que las propuestas van en la línea correcta, pero también reclama la adopción de medidas concretas y urgentes, centradas en los problemas más acuciantes del sector, que contribuyan a mejorar su situación de forma inmediata. El director general del Consejo Europeo de la Industria Química (Cefic), Marco Mensink, considera necesario que la Comisión “se enfoque y priorice tres acciones clave para que mejore nuestra situación este año y que utilice todo el poder, audacia y valentía de la Comisión para alcanzarlas. Y que nos ofrezca una planificación realista para lograr las acciones restantes”.
En España, la Alianza por la Competitividad de la Industria Española considera que la efectividad del plan por Bruselas puede quedar condicionada por la voluntad y el compromiso de los Estados miembros, que son los encargados de ejecutar muchas de las medidas propuestas, como la construcción de redes de transporte transeuropeas para crear un verdadero mercado único energético que abarate los precios. “Consideramos fundamental que los Estados, y España en particular, actúen con compromiso, para evitar que se produzca una distorsión competitiva de la UE dada por el mayor o menor impulso que unos u otros países den al proceso”, explica desde esta entidad.
Factores de competitividad
Para la industria europea, la mejor forma de revitalizar el sector es aplicar las propuestas del ex presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, que el año pasado elaboró un informe sobre la competitividad de la economía a petición de la Comisión. Entre otras medidas, Draghi propuso reducir el volumen de regulación, invertir más en infraestructuras energéticas y fomentar la innovación tecnológica. Además, defendió la necesidad de aplicar el principio de neutralidad en la transición energética, de forma que todas las tecnologías puedan jugar su papel en la descarbonización de la economía del continente.
La industria europea considera que la aplicación de las propuestas de Draghi supondría para Europa una oportunidad única para reinventar su industria y prepararla para dar respuesta a las nuevas necesidades de la sociedad. Sin embargo, para que estos objetivos se concreten y Europa no pierda terreno en la arena global, es necesario un enfoque decidido y una implementación más efectiva de las medidas propuestas, con especial atención a una serie de factores que influyen decisivamente en la mejora de la competitividad del sector.
En primer lugar, la industria europea necesita seguridad jurídica para acometer las enormes inversiones que serán necesarias en los próximos años. “Las inversiones industriales por naturaleza tienen largos plazos de retorno y por eso es especialmente relevante la certidumbre del retorno de la inversión y su amortización”, señala el portavoz de la Alianza sobre la importancia de un marco normativo estable que atraiga a los inversores. “No se pueden cambiar las reglas del juego a mitad de partido, como ha sucedido a veces hasta ahora. A fin de cuentas, lo que necesitamos es impulsar las inversiones para garantizar nuestro propio bienestar y eso tiene que incluir un marco que haga posibles inversiones en tecnologías de riesgo o todavía incipientes”.
Además de la estabilidad legislativa, otro de los factores clave para mejorar la competitividad es la creación de un marco incentivador que facilite crédito, ayudas o incentivos fiscales para proyectos industriales. En este sentido, Bruselas se ha comprometido a realizar una importante labor de inversión colectiva, que movilice financiación tanto pública como privada, a través del Banco Europeo de Inversiones y de mercados de capitales europeos integrados. En su informe sobre El futuro de la competitividad europea, Mario Draghi ha cifrado en 800.000 millones de euros anuales la inversión público-privada necesaria en materia de innovación, transformación energética, autoabastecimiento y defensa.
El sector considera imprescindible crear un marco normativo y productivo que garantice tanto la seguridad del suministro como un coste razonable para la energía
Uno de los más factores que más influye en la competitividad de la industria es el coste de la energía. Hoy, la industria europea sigue pagando más por la energía que utiliza en sus procesos que sus competidores mundiales, por lo que el sector considera imprescindible crear un marco normativo y productivo que garantice tanto la seguridad del suministro como un coste razonable. En 2023, por ejemplo, los precios de la electricidad para la industria de la UE fueron 2,6 veces más caros que en Estados Unidos, mientras que los precios del gas natural fueron 5,8 veces mayores.
Europa también quiere reducir la burocracia que a veces retrasa la puesta en marcha de nuevos proyectos industriales. La lentitud o la complejidad de los trámites nacionales, regionales y locales para establecer negocios, conseguir permisos medioambientales, conectar proyectos renovables a la red eléctrica o tramitar ayudas de los fondos europeos es hoy una de las principales dificultades para crear un entorno realmente competitivo. “Es indispensable simplificar los trámites administrativos que están paralizando inversiones muy importantes. No se trata sólo de analizar las empresas que cierran, sino los proyectos que nunca llegan a realizarse por una complejidad burocrática innecesaria”, explica el portavoz de la Alianza.
Pero es la visión horizontal de la industria como garante del progreso y el bienestar de la sociedad europea una de las cuestiones que los expertos consideran estratégica para asegurar la competitividad en un mundo tan cambiante. “La política industrial es todo. Es energética, laboral, de transportes, fiscal, de materias primas (…) todas las carteras de un gobierno deben pensar en la competitividad industrial”, explica Carlos Reinoso. “Pensar en la competitividad industrial en el momento de legislar empieza a ser una necesidad inexcusable, como lo son los análisis de los impactos medioambientales o de género”.
La aplicación de estas medidas contribuiría a hacer de la industria un sector más fuerte y competitivo. De momento, la Comisión ha dado el primer paso situando la competitividad como uno de los ejes de su política económica, consciente de la necesidad de reforzar su autonomía estratégica y convertir a Europa en una potencia tecnológica. Será la única forma de impulsar la actividad de la industria europea y cumplir el objetivo de generar el 20% del PIB de la UE.