Biocombustibles aviación y transporte marítimo
Los residuos que moverán los aviones y barcos del futuro
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En la reducción de las emisiones del transporte de largas distancias y gran tonelaje, donde todavía no llega la electrificación, los combustibles renovables podrían jugar un papel decisivo
En la película de 1985 'Regreso al futuro’, Doc, el inventor, introducía basura -en concreto, pieles de plátano y restos de cerveza- para hacer funcionar al mítico coche que permitiría a Marty McFly viajar en el tiempo. Más de treinta años después, los biocombustibles, generados gracias a residuos, no solo han dejado de ser ciencia ficción, sino que se presentan como una solución más a la movilidad que está a la vuelta de la esquina. Ahora nos toca viajar a ese nuevo futuro marcado por el compromiso europeo para reducir el 90 % de las emisiones de CO₂ del sector del transporte en 2050. Abróchense los cinturones.
Al pensar en cómo reducir las emisiones del transporte, quizá enseguida nos imaginemos conduciendo un coche eléctrico para ir al trabajo, pero, ¿qué sucede cuando grandes vehículos deben recorrer largas distancias, muchas veces con cargas de peso titánicas? “Desarrollar una red mucho más amplia de puntos de recarga es necesario para que los vehículos eléctricos puedan salir del entorno de su punto de carga, sobre todo el transporte pesado, que requiere de mayor autonomía”, dice José Víctor Esteban, Secretario general de Fundación Corell.
Según este, la configuración geográfica de España, con un núcleo como Madrid y el resto de ciudades importantes a más de 300 kilómetros, “tampoco ayuda a que la electrificación del transporte pesado sea viable a corto plazo”. Y un tercer aspecto a tener en cuenta: “Aún no tenemos profesionales que trabajen en el mantenimiento o sepan cómo conducir óptimamente esos vehículos eléctricos”. Además, está la falta de disponibilidad de producto, ya que a día de hoy existen muy pocos camiones eléctricos y los que hay son casi prototipos o producciones cortas.
Ante estas limitaciones, los expertos del Laboratorio de ideas de transporte limpio de Berlín, el Agora Verkehrswende, concluyen en sus estudios que “los barcos y las aeronaves, por ejemplo, seguirán necesitando combustibles líquidos o gaseosos en el futuro para poder funcionar”. La clave consistirá en incorporar combustibles que tengan una huella de carbono baja, conocidos como combustibles renovables.
Origen de los combustibles renovables y su uso en la movilidad
Entre ellos destacan los combustibles sintéticos -obtenidos a partir de CO₂ capturado e hidrógeno renovable- y los biocombustibles-fabricados a partir de todo tipo de residuos biológicos, desde residuos sólidos urbanos a residuos agrícolas o forestales-. El uso de estos biocombustibles supone una reducción de emisiones de dióxido de carbono de, como mínimo, el 65 % respecto a los combustibles tradicionales, pudiendo llegar hasta el 100 % en algunos casos.
La principal ventaja de los combustibles renovables es que sus propiedades físico-químicas son iguales a los combustibles convencionales, por lo que se pueden utilizar en los motores actuales de combustión. “Su uso permite aprovechar las infraestructuras de distribución y el parque de vehículos actuales. Los combustibles renovables se vislumbran como la solución inmediata a la transición energética del transporte ligero, sobre todo, a raíz de la crisis generada por la COVID-19”, que puede ralentizar las ventas de coches eléctricos, apunta Andreu Puñet, Director General de la AOP.
Combustibles renovables para cada tipo de transporte
La oportunidad de los combustibles renovables para la industria española
Los combustibles renovables también pueden ser una gran oportunidad para crear empleo y reimpulsar la industria y la economía. “El desarrollo de un sector dedicado a estos puede tener un impacto muy positivo, generando puestos de trabajo de calidad, fomentando la I+D y el desarrollo tecnológico y contribuyendo a la economía circular”, prevé Víctor Ruiz Ezpeleta, Profesor del EAE Business School en Gestión de Proyectos. Esto, además de que su producción y distribución se puede llevar a cabo utilizando instalaciones industriales ya existentes, como las refinerías.
“Si apostamos fuerte por la I+D y la producción a gran escala, lo próximo es que los costes de producción bajen, con lo que el sector de los combustibles renovables tendrá precios más competitivos y podrá llegar a su ‘boom’. Con el indispensable apoyo a la tecnología, este escenario podría darse en cuatro, cinco o seis años”, añade Ruiz Ezpeleta.
De momento, el Real Decreto que fomenta el uso de los biocarburantes aprobado en marzo, establece una obligación de penetración de los biocombustibles en el transporte del 10 % en 2022. Un objetivo en consonancia con la cuota mínima de energía renovable en el transporte del 28 % para 2030 del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Esa es nuestra primera parada obligatoria en este viaje al futuro.
Publicado en El Confidencial